"Fui por una botella y me vine con seis… y aún no recuerdo cuántas copas disfruté." —Visitante anónimo, encantado por la experiencia
En el corazón de Santa Cruz de Flores —distrito fundado en 1922 y hoy reconocido como la Capital del Vino del Perú— se encuentra una bodega que encarna el espíritu acogedor, sabio y generoso de su gente: la Vitivinícola Don Elías. Ubicada en la Av. Santa Cruz N.º 675, esta casa productora es mucho más que un punto de venta: es un espacio de encuentro, memoria y sabor.
Don Elías, anfitrión cálido y conocedor profundo de su tierra, recibe a cada visitante con una sonrisa franca y una copa servida con orgullo. Su vitivinícola, que cuenta con viñedos propios y una producción artesanal de alta calidad, ha sido galardonada con diversas medallas en concursos regionales, confirmando su lugar entre las más destacadas del distrito.
Durante la visita, Don Elías no solo ofrece degustaciones de sus vinos —en variedades que van del seco al abocado— sino también comparte relatos sobre los orígenes de Santa Cruz de Flores, su evolución como centro vitivinícola, y la riqueza arqueológica de la zona, como los restos incaicos de La Ollería, vestigios que testimonian la antigua vocación alfarera y agrícola del valle de Mala.
La experiencia en la Vitivinícola Don Elías es profundamente gratificante. Sus ambientes, diseñados para la comodidad y el disfrute, permiten al visitante relajarse, conversar y saborear cada copa en compañía de quien ha hecho del vino una forma de vida. La conversación con Don Elías fluye como el vino: cálida, sabia y llena de matices.
Santa Cruz de Flores, además de su producción vitivinícola, es tierra de devoción —celebrada cada 3 de mayo en honor a la Santísima Cruz—, de paisajes sublimes como los de Azpitia, y de una gastronomía que marida a la perfección con sus vinos: carapulcra con sopa seca, Picante Florino, chicharrón de chancho, ceviche de camarones y pachamanca.
Hoy, este distrito no solo es la Capital del Vino: es también un nuevo destino turístico, donde historia, sabor y hospitalidad se entrelazan. Y en ese recorrido, la Vitivinícola Don Elías es una parada obligatoria, una copa de bienvenida y un recuerdo imborrable.


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